viernes, 11 de julio de 2008

Del Contemporáneo

Empecé a aceitar los engranajes de mi ingeniería corrosiva y puede observar a mi alrededor a los famosos fondistas del fracaso: esos que nos rodean sutilmente por todos lados, esos que se enamoran de una tasa de café, de una hornalla prendida, esos que imaginan el amor total, el prostíbulo perfecto, el negocio salvador, la gran estafa, el crimen compensatorio, la juventud eterna, irrealidades que de algún modo parafrasean en sus magníficos cuentos como si fueran futuros sueños a realizar. Es normal que mi ser hoy en día choque con la vulgaridad diaria y emprenda la búsqueda de caminos alternativos que vayan a dar a una insana fantasía. Emprendo un viaje complejo, de una soledad egoísta que me mantenga conectado a mi mismo en busca de una resbaladiza intensidad. Ignoro olímpicamente a los que me rodean, sin querer, casi por instinto, los arrincono en un mundo sin repertorio, manchado por la indeferencia, la repetición, la caída existencial del trabajo o el chamullo continuo que murmura sonoras estupideces.

Voy en un limbo buscando una fuga compensatoria, aunque sea posible que ni el tiro del final me salga bien, todo depende de cómo arme estas realidades que se posan en mi cabeza como nubes flotantes.

Explico también, que en la relativización hay una filosofía que habla de la posible inutilidad de todo lo que sucede bajo la luna, del vacío de todo acto que inescapablemente será coronado por su final o su absurdo. Estimados lectores, el existencialismo corrobora la caída de todos los dioses y describe la consecuente angustia, por lo tanto despego en mi viaje con chaleco antiapariencia, condenado a la contemporaneidad de mi supuesta verdad inútil.

2 comentarios:

Eristarco (Ricardo Garavito) dijo...

Es que sin anestesia la vida en los tumultuosos márgenes resulta muy sórdida y todo el que no tiene presente no tiene generalmente futuro tampoco y soñar un futuro distinto o una solución mágica es auto convencerse de seguir viviendo.
Sólo una opinión de un nadie más y viceversa.

Xergito dijo...

ho hay presente Pablo...uno a veces peca de soberbio pero te paras en un semaforo y estan todos muertos, metidos en tales banalidades, y lo que es peor..felices! o por lo menos asi lo creen, el ser humano se vlvio tan obsceno que ya no es creible, es una alhaja de oropel.. creo en tu descreimiento porque yo lo vivo tambien..un abrazo!